A menudo creemos que amar es "mimar", es decir, colmar de caricias, atenciones, halagos, favores, regalos, etc., a alguien, porque "lo queremos muchísimo". O que amar es "sobreproteger", o sea, tratar al otro con continuas advertencias, consejos, prohibiciones, reproches, haciendo cosas en su lugar, etc., siempre "por su propio bien y seguridad". Estamos equivocados. Mimar y sobreproteger no sólo no ayuda en nada a la otra persona (sobre todo a los niñ@s), sino que tiende a debilitarla, fomenta su dependencia de nosotros, la hace dudar de sus propias capacidades, anula sus responsabilidades, le impide madurar emocionalmente, e incluso la enseña a explotar narcisistamente los mimos y sobrecuidados de los demás. Todo lo cual es incompatible con el amor. Entonces, ¿por qué sobreprotegemos y mimamos? La persona sobreprotectora no lo hace por "amor" (aunque ella cree que sí), sino por sus propios miedos, sus propios sentimiento...