Mimar / sobreproteger no es amar

A menudo creemos que amar es "mimar", es decir, colmar de caricias, atenciones, halagos, favores, regalos, etc., a alguien, porque "lo queremos muchísimo". O que amar es "sobreproteger", o sea, tratar al otro con continuas advertencias, consejos, prohibiciones, reproches, haciendo cosas en su lugar, etc., siempre "por su propio bien y seguridad".

Estamos equivocados.

Mimar y sobreproteger no sólo no ayuda en nada a la otra persona (sobre todo a los niñ@s), sino que tiende a debilitarla, fomenta su dependencia de nosotros, la hace dudar de sus propias capacidades, anula sus responsabilidades, le impide madurar emocionalmente, e incluso la enseña a explotar narcisistamente los mimos y sobrecuidados de los demás. Todo lo cual es incompatible con el amor.

Entonces, ¿por qué sobreprotegemos y mimamos?

La persona sobreprotectora no lo hace por "amor" (aunque ella cree que sí), sino por sus propios miedos, sus propios sentimientos de culpa, sus afanes controladores, su "síndrome del salvador", etc. Hace sólo lo que le dicta su neurosis.

Y la persona demasiado mimosa sólo intenta aliviar sus propias necesidades de afecto, gratificarse a través del otro, incluso "comprar" con sus mimos el cariño de los demás... También obedece, como en el caso anterior, a su neurosis.

Sin embargo, el amor real requiere ver, conocer y RESPETAR al otro, es decir, cuidarlo bien pero siempre desde una sana "distancia" emocional e incluso física. Esto significa darle sus propios tiempos y espacios (siempre, naturalmente, según su edad y carácter). Significa soportar verlo equivocarse y, a veces, incluso sufrir un poquito, ya que eso le enseñará a soportar frustraciones. Significa permitirle elegir y responsabilizarse de sus aciertos y errores... Todo lo cual lo fortalecerá y le ayudará a crecer.

Porque amar DE VERDAD no es usar consciente o inconscientemente al otro como alivio de nuestras heridas o para satisfacer nuestras necesidades.

Es desear y fomentar su LIBERTAD.

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