La disponibilidad amorosa

El amor sin cuidados no es amor. Y un aspecto esencial de cualquier cuidado verdadero es la disponibilidad (o presencia) amorosa.

La disponibilidad amorosa es, en mi opinión, un asunto bastante subestimado y por ello su carencia está demasiado normalizada. Sin embargo, se trata de algo tan importante como nuestra capacidad real, tanto consciente como inconsciente, de permanecer accesibles, abiertos, presentes, disponibles para atender la mayoría de demandas psicoafectivas de la persona amada. De lo contrario, ¿de qué nos serviría, por ejemplo, una madre, amigo o pareja que casi nunca nos respondiera al teléfono, o no supiera escuchar y comprendernos, o rara vez tuviese "tiempo" para vernos, cuidarnos o acariciarnos, etc.?

Es cierto que hay muchos factores que pueden dificultar nuestra disponibilidad. Por ejemplo, nuestra propia neurosis, la falta real de tiempo, las rutinas y estreses cotidianos, la existencia de otras prioridades o afectos, etc. Pero es importante saber que a causa de ello, por mucho que bienintencionadamente nos disculpemos, expliquemos, etc., no podremos evitar que la otra persona se sienta, tarde o temprano, consciente o inconscientemente, poco atendida o incluso abandonada. Porque, nos guste o no, así es el amor y el corazón humano.

Muchas personas, para negar y defenderse de su no disponibilidad o falta de amor, acusan a la otra parte de ser excesivamente demandante, o absorbente, o dependiente, o exigente, etc., lo que a veces es cierto. Pero no siempre. Y no debemos olvidar, por otro lado, que tales excesos neuróticos suelen derivar precisamente, sobre todo en los niños, de severas carencias amorosas, es decir, de la no disponibilidad psicoafectiva de otras personas. De ahí que todo hambre de amor genera (o agrava) la "dependencia" del amor.

Y es que cuando hay un déficit real de disponibilidad, tarde o temprano empezarán los problemas: las quejas, celos, malentendidos, exigencias, desapegos, violencias, infidelidades, las visitas al psicólogo... Y este es uno de los motivos por los que se deterioran y acaban rompiendo muchísimas relaciones.

Por eso, a mi entender, antes de acusar a los demás de que "nos piden demasiado", o de optar por alejarnos de dichas personas, etc., sería bueno que explorásemos a fondo la buena o mala salud de nuestra propia disponibilidad amorosa, o dicho de otra manera: de NUESTRA VERDADERA CAPACIDAD DE AMAR.

© Olga Pujadas 2012-2024. Se admite la reproducción de cualquier artículo de este blog, indicando la autora y/o el enlace fuente.