Niños salvadores
Hay niños que crecen con la certeza de que su madre (o a veces su padre) sin
él perecerá. Y construye su identidad alrededor de este rol de salvador. Son
hijos de padres extremadamente dañados, frágiles, infantiles, neuróticos,
psicóticos, autodestructivos, adictos, etc. que nunca llegaron a
crecer, ni hicieron nada para conseguirlo y, así, sus pobres hijos, ante sus
desesperadas demandas, las durísimas experiencias que viven y su imperiosa
necesidad de ser queridos, se convierten en niños sin infancia, en viejos
pequeños centrados en el cuidado de su madre/padre, encargándose de
asuntos y protecciones que jamás les correspondieron.
El problema es que si algún día ese hijo, ya adulto, intenta alejarse sufrirá no sólo hondísimos sentimientos de culpa, sino también un punzante vacío interior, un no verle sentido a la vida, un enorme desconocimiento de sí mismo, etc. debido a que el rescate de su madre/padre ocupó hasta tal punto su corazón que le impidió su propio crecimiento, lo incapacitó para establecer relaciones sanas (en las que no tenga que salvar a nadie) para dar/recibir afectos y vida. Y, sobre todo, sufrirá una constante, fortísima y paralizante ambivalencia (amor/odio) hacia el progenitor al que siempre se sintió obligado a salvar.
Romper esta simbiosis es muy difícil, porque además de atreverse a alejarse (aunque sólo sea emocionalmente) del progenitor dañado, el hijo tiene que encontrar las fuerzas necesarias para concienciar que esa madre/padre, por el que lo ha sacrificado todo, lo necesita, pero no lo quiere. Tiene que vencer sus resistencias, su empecinada esperanza (disfrazada de pena, comprensión, etc.) de que algo cambie y salir al mundo para irse llenando, poco a poco, de experiencias y afectos, a través de los cuales crecer y empezar, por fin, a vivir.
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