"¡Ha sido sin querer!"

Todos conocemos los lapsus y actos fallidos, esos "goles" que le marca el inconsciente a nuestra voluntad. Por ejemplo, cuando queremos decir una palabra pero se nos "escapa" otra. Cuando queremos hacer algo pero siempre se nos "olvida". Cuando no recordamos dónde hemos guardado una cosa "importante"... Son triunfos espectaculares (parecidos a los síntomas neuróticos) de nuestro inconsciente, que a menudo nos hacen exclamar "¡ay, perdona, ha sido sin querer!", o "¡uy, no era mi intención!", o "es que estaba un poco borracho/a", y otras excusas parecidas. Pero lo cierto es que todo ello acostumbran a ser "erupciones" de nuestro inconsciente; expresiones de deseos que ni siquiera sabemos que están ahí, y que queremos negar a toda costa, porque nos avergüenzan. Por ejemplo:

  • Un padre "pierde el control" con su hijo/a y le da un bofetón.
  • Una mujer discute a gritos con su pareja y se le "escapa": "¡eres un mierda!"
  • Una madre furiosa con su hija le lanza "sin querer" unas tijeras.
  • Dos amigos, borrachos, discuten y de pronto uno da un puñetazo al otro.
  • Un viajero malhumorado, en el tren, propina "sin darse cuenta" un fuerte pisotón a otro.
  • Una chica se "olvida" de felicitar por su cumpleaños a su "amiga del alma".
  • Un sujeto no entiende por qué, "sin querer", llega tarde a todas sus citas.
  • Una madre siempre llama a una de sus hijas con el nombre de otra...
  • etc...

Todos parecen errores, fallos, accidentes, casualidades... Y sin embargo, por poca atención que prestemos a su análisis (lo que sólo suele ocurrir en el contexto de una psicoterapia), descubriremos fácilmente que por ejemplo:

  • el padre de la bofetada no puede con el niño, está quizá resentido o harto de él y, cuando la gota colma el vaso, su furia inconsciente es mayor que su capacidad/deseo de retenerla.
  • la mujer que llama "mierda" a su pareja pone de manifiesto su secreto desprecio hacia él, porque de otro modo nunca se le habría pasado por la cabeza semejante calificativo.
  • la madre que lanza las tijeras a su hija inhibe temporalmente su más elemental instinto protector, y con ello delata su terrible odio inconsciente hacia ella.
  • el sujeto del puñetazo revela con claridad su odio, envidia o resentimiento hacia su amigo, gracias a las copas que han tomado.
  • el hombre amargado del pisotón, que no puso suficiente cuidado en evitarlo, demuestra con ello su furia contra el mundo.
  • la chica que "olvidó" el cumpleaños de su "mejor amiga", ¿cómo puede ocurrir si no hay algún conflicto secreto entre ambas, o bien su amistad no es tan buena como ellas creen?
  • el individuo impuntual, ¿no será posiblemente alguien muy narcisista, o quizá una persona que no desea nada de lo que hace?
  • la madre que "olvida" el nombre de su hija y se dirige a ella con el nombre de otra, ¿no está demostrando su tremendo favoritismo?

Así que, al margen de lo que digamos, de nuestra voluntad y buenas intenciones, a veces nuestras emociones, nuestros verdaderos deseos son tan poderosos que nada puede evitar que se expresen. Como los volcanes y las tormentas. Por eso no es bueno mentir/mentirnos diciendo que "ha sido sin querer". Es mucho más sabio, bello y noble reconocer que sí se nos ha "escapado"; que lo hemos dicho (o no), que lo hemos hecho (o no), porque en el fondo es lo que queríamos. Pero para atrevernos a ello es imprescindible conocernos bien y reconciliarnos con lo más profundo de nosotros mismos.

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