La voz: el otro espejo del alma

Siempre se ha dicho que "la mirada es el espejo del alma". Y con toda la razón. Por eso las miradas, que son ventanas al inconsciente, pueden ser interpretadas en psicoterapia, etc. Pero hay también otro canal donde el alma se expresa, y éste es la voz. Porque la voz transmite innumerables emociones conscientes e inconscientes como pueden ser el miedo, la ira, hostilidad, dureza, frialdad, dudas, impaciencia, tristeza, inseguridad... Matices que nuestro inconsciente capta y que, si estamos atentos, también podemos interpretar. "Dime cómo hablas y te diré quién eres".

Hay, como todos sabemos, muchas clases de voces. Voces serenas y voces ansiosas. Voces frías y voces cálidas. Voces dulces y voces tensas. Voces fuertes, inaudibles, agitadas, atropelladas, histéricas, agresivas, lentas, rápidas, disonantes, retadoras, deprimidas, avasalladoras... Y estos rasgos son una característica constante e inconsciente. No los provocan determinadas situaciones concretas  (aunque éstas pueden, por supuesto, modificar, ampliar o reducir aquellos rasgos), sino que surgen de muy adentro. De la personalidad del sujeto. De todo lo que ha reprimido a lo largo de su vida. Prueba de ello es que, si le señalas a una persona que habla demasiado alto o demasiado bajo, demasiado agudo o demasiado grave, demasiado rápido o demasiado lento, etc., e intenta modificar ese "defecto", lo conseguirá sólo durante unos segundos para volver, inmediatamente, a su forma habitual.

Que la voz es el otro espejo del alma se aprecia muy bien no sólo en las sesiones de psicoterapia y en la vida corriente, sino también en ese medio de comunicación basado exclusivamente en la voz que es la radio. Ahí, igual que en las terapias telefónicas, nuestra sensibilidad ante las "emociones secretas" de las voces se agudiza porque no tenemos imágenes que nos distraigan, y nuestro inconsciente percibe mejor el inconsciente de la persona que habla. Lo mismo que los niños detectan el verdadero sentir de mamá o papá por mucho que éstos se esfuercen en disimularlo... Si escucháis con atención comprobaréis que, desgraciadamente, lo que más suele observarse en las voces radiofónicas actuales (sobre todo en las femeninas) son ansiedades, agitación, tensión autodefensiva, agresividad, necesidad de imponerse... Y, a veces, por resonancia, por contagio de inconsciente a inconsciente, produce verdadera angustia escucharlas...

La voz, nuestra forma de hablar, forma parte de nuestra personalidad y, por lo tanto, es un reflejo de nuestra neurosis. Conocerla o saber lo que los demás puedan decirnos de ella (a veces ya lo hacen espontáneamente ) es una forma de conocernos mejor a nosotros mismos. Puede ser, entonces, un buen ejercicio grabarnos hablando de la forma más natural posible  y después analizar pormenorizadamente lo que oímos, lo que sentimos e incluso  pedir la opinión de alguna  persona de nuestro entorno.  Y también es una buena forma de conocer a los demás. Por ejemplo, cuando alguien, sin saber por qué, no te cae bien, te incomoda, te asusta, te irrita, o todo lo contrario, te tranquiliza, te sientes cómodo, acogido, a gusto a su lado, etc..., ¿podría deberse quizá, al margen de otras posibles razones, a las emociones que te transmite su voz?

Quizá los bebés lloran a veces inexplicablemente, y los perros ladran en ocasiones misteriosamente, etc., porque saben "oler"  la verdad  de nuestras voces, no la mentira de nuestras palabras.

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