¡No le pidas peras al olmo!

Muchísimas personas no son felices con sus parejas porque esperan o exigen de él/ella muchas cosas que éstas jamás les darán. Y no porque no quieran o porque sean "malas" o "egoístas", como acostumbra a decirse, sino porque no está en su naturaleza o su neurosis específica. Y nunca lo estarán. Obsesionarse con reclamarles ciertas cosas es, por tanto, como pedirle peras al olmo. Es una dolorosa locura íntima. Es, en definitiva, no saber con quién estás. Y quienes más exigen y sufren porque el otro "no les quiere" son los que menos conocen esta obviedad porque son, precisamente, las personas más maltratadas, las que más sufrieron en su infancia y, por lo tanto, las más neuróticas y/o narcisistas.

Pero, nos guste o no, los demás son como son, dependiendo de su biografía, exactamente igual que nosotros. No son como necesitamos o nos gustaría que fuesen. Ésta es una de las lecciones más imprescindibles y más duras de aprender para millones de personas, y por eso hay tanto dolor y violencias en las relaciones de pareja. En realidad, la mayoría no son sino enganches, interminables guerras mutuas, un empecinado intento por "cambiar" al otro/a, por adaptarlo a las necesidades de la otra parte, por convertirlo en su esclavo (emocional o sexual) o en su salvavidas. Mucha gente va incluso al terapeuta esperando consciente o inconscientemente "instrucciones" para conseguirlo... Pero las cosas no funcionan así.

En mi opinión, hay tres reglas básicas que la mayoría de la gente no conoce con respecto al amor de pareja, sin cuya profunda comprensión no tenemos la menor posibilidad de ser felices junto a otra persona. Dichas reglas son las siguientes:

1. El amor de pareja es una "neurosis compatible". Es decir, cualquier cosa que tú necesites del otro  o que tú tengas para darle, debe coincidir lo mejor posible con lo que el otro tiene para dar y al revés... Lo mismo que una llave encaja (o no) en una cerradura. No se trata, de que cada vez que abrimos una puerta, tengamos que forcejear con la llave, atascar la cerradura,  empujar, llamar al cerrajero, o esperar que la llave mágicamente se adapte.... Se trata simplemente de que, de la forma más suave y natural posibles, hagamos clic-clac y ¡la puerta se abra! Así será una buena relación de pareja. En otras palabras, lo más parecido a una buena amistad, en la que todo sucede por si solo, con naturalidad...

2. El amor de pareja no es "hacer feliz al otro". Éste es un mito tóxico de lo más extendido. Mucha gente cree que tiene el deber o la misión de renunciar a si mismo, de esforzarse o sacrificarte por complacer o "hacer feliz" al otro, como si el amor fuese un trabajo, o una religión o ¡una condena!...  Cuando es  exactamente al revés. Tú y el otro ya deberíais sentiros lo suficientemente felices con vosotros mismos  antes de conoceros y, por supuesto, con lo que encontráis el uno en el otro, con lo que sois, y con lo que espontáneamente este encuentro os ofrece. Por supuesto que siempre habrá ocasiones en las que deberemos realizar algunos esfuerzos y sacrificios por el otro (lo mismo que también los hacemos a veces por nosotros mismos, por autoestima, aunque no nos apetezca demasiado), porque la convivencia  no es nada fácil. Pero ello no significa que la relación de pareja deba ser una especie de "fábrica de felicidad obligatoria" para el otro.

3. El amor de pareja no sirve para salvarte. Por mucho que tus fantasías románticas/ infantiles, tus expectativas neuróticas, etc... así lo sueñen, tu pareja nunca  podrá salvar tu existencia. Desde luego, si es una buena "llave/cerradura", sí podrá aliviarte de ciertas carencias. Podrá darte algo de aliento, fuerzas, guía, bienestar... Podrá comprenderte y acompañarte (¡lo que ya es mucho!) en tus momentos personales más duros... Pero sólo podrá hacerlo hasta cierto punto. Sólo hasta donde se lo permitan los límites de sus propios dolores, de su propia neurosis.  Porque el alivio de las neurosis profundas es algo muy complejo que requiere de un trabajo emocional difícil y, desde luego, el amor de pareja no es la "terapia" más adecuada para ello.

Así que, en suma, si tu neurosis o tu egocentrismo personal son demasiado grandes, si te ciegan, si no te permiten conocerte mínimamente a ti mismo y al otro, ten cuidado. Con gran probabilidad, elegirás llaves o cerraduras equivocadas a las que te engancharás en un titánico esfuerzo de que el olmo te dé las peras que necesitas. Convertirás a tus parejas en tiranos/as o esclavos/as, hundirás tus relaciones porque las confundirás con botes salvavidas a los que forzaste y exigiste demasiado. Por el contrario, si eres una persona lo bastante madura y sabia para respetar los "tres principios" mencionados del amor de pareja, sabrás elegir bien tus relaciones, conservándolas larga y felizmente sin esperar que nada cambie porque todo estuvo lo mejor posible desde el primer día.

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