¿Qué es una terapia milleriana?

No deja de sorprenderme que Alice Miller, aunque muy conocida por sus indispensables ideas sobre el maltrato en la infancia y sus consecuencias, no haya generado una escuela de psicoterapeutas basados en tales ideas. Sí podemos hallar algunos que la citan, etc., pero muy pocos declaran explícitamente que su enfoque terapéutico consista en alentar a sus pacientes a afrontar y expresar todo lo reprimido en relación  a su historia familiar, como requisito principal para aliviar sus neurosis. Y tampoco parece, desgraciadamente, que muchos de los admiradores de la gran autora polaca, aunque se identifican con sus palabras y hallan consuelo en ellas, estén realmente dispuestos a aplicarlas valientemente a sus vidas.

Personalmente, creo que es urgente desarrollar terapias que podríamos llamar "millerianas". Porque, como dijo Alice Miller:

"Quien no es capaz de condenar inequívocamente lo malvado, lo pérfido, lo rastrero, lo perverso y lo hipócrita [de su crianza y educación], se halla carente de orientación y sometido al imperativo de repetir ciegamente a su vez lo que vivió en su propia carne. [... Pero] Tan pronto como el ser humano deja de estar forzado a eludir la verdad, se le abre, en el fondo, todo un mundo de posibilidades." (A. Miller, El saber proscrito).

Estas "terapias millerianas" se distinguirían, en mi opinión y muy resumidamente, por las siguientes características: 

1. Terapeuta cómplice. Es decir, testigo y abogado absolutamente incondicional del paciente. Empático y afectuoso, le acompaña, apoya y orienta en la dolorosa revisión de su biografía, traumas, conflictos emocionales, etc., impidiendo toda intromisión de la familia en el proceso. 

2. Análisis psicodinámico. Exploración y verbalización de los motivos conscientes e inconscientes de las diversas quejas, síntomas y sufrimientos del paciente, tanto actuales como  pasados, a fin de que pueda ir resolviéndolos.

3. Neutralidad. Ausencia total en la terapia de presiones moralizantes o de otro tipo, así como de objetivos prefijados.

4. Refuerzo. Reconstrucción y/o mejora en la víctima de su autoimagen, autoestima, autonomía y caminos de bienestar y autorrealización.

Para una terapia milleriana hacen falta, desde luego, ciertos requisitos. Por ejemplo, por parte del terapeuta:

Haber pasado personalmente un proceso "milleriano" similar.
Máxima implicación personal.
Máxima honestidad (p. ej., no iniciar el proceso si no es viable, no prolongarlo más de lo indispensable, no traicionar al paciente, no mentirle, no crearle falsas expectativas, etc.

Y por parte del cliente:

Alta motivación y coraje
Capacidad de introspección y de cuestionar a su familia.
Máxima confianza y vinculación con el terapeuta y la terapia.

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Pese a estas exigencias y restricciones, estoy convencida de que sólo una terapia basada en Alice Miller, es decir, totalmente centrada en la víctima y ajena por completo a la tiranía encubierta del Cuarto Mandamiento (la familia, la reconciliación, el perdón, la absolución de los maltratadores, etc.) es realmente auténtica, honesta y eficaz. Necesitaríamos muchos, muchísimos profesionales en esta línea. Psicoterapeutas cuya vocación sea precisamente la de ser "testigos iniciados" capaces de acompañar y aliviar a los maltratados de la infancia, por el bien de éstos, de sus hijos y del mundo en general.

¡Ojalá esta breve reflexión pueda contribuir a ello!

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