El triángulo amoroso

Cuando el miembro de una pareja se relaciona de forma íntima y estable con otra persona, con el pleno conocimiento de las tres partes, estamos ante un triángulo amoroso. Y la principal y dolorosa característica de esta relación es la incapacidad neurótica de todos sus miembros de poner fin a tan incómoda situación.

El iniciador del triángulo suele ser una persona con importantes problemas afectivos o de apego, de modo que no puede mantener un solo vínculo. No es feliz con su pareja y entonces se enamora de otra persona, sólo para descubrir que esta nueva relación tampoco le satisface plenamente. No se trata de una mera infidelidad, evasión, desahogo, etc. (Estos son otros temas).  Se trata de la búsqueda inconsciente de un "complemento" a lo que ya tiene, pues no encuentra una satisfacción suficiente con nadie. La persona que inició el triángulo suele hallarse sometida, naturalmente, a grandes tensiones emocionales. Porque vivir un confictivo doble vínculo suele acarrear síntomas inevitables: sentimientos de culpa, miedos, ansiedades, estrés, insomnio, baja autoestima...

Pero nunca hay un solo/a responsable en los triángulos. Lo reconozcan o no, las tres partes obtienen algún beneficio de esta clase de relación: seguridad emocional, estabilidad familiar o económica, sexo, amistad, dominio... La pareja "oficial" suele ser alguien muy dependiente, aferrada a su status, a la costumbre, o bien con poca vinculación amorosa. Por su parte, la persona "complementaria" acostumbra a tener muy baja autoestima y necesita, consciente o inconscientemente, dominar y ganar.

Pero la base, lo que realmente sostiene el triángulo es una poderosa mezcla de rivalidad y esperanza. La pareja oficial y la complementaria son (igual que el iniciador del triángulo), dos personas muy carenciales, de modo que se detestan profundamente y harán lo imposible por ganar, por ser la "persona elegida". Esta esperanza neurótica, fruto de la inmadurez y la ambivalencia emocional de todos, es la que perpetúa el triángulo. 

Para disolver un triángulo doloroso es indispensable la maduración de cualquiera de las tres partes. Por el contrario, mientras las tres personas sigan ciegas a sí mismas y convencidas de que su único problema son "los otros", nada cambiará. Y la espiral de mutuas acusaciones, agresividad, afanes de control, ansiedades, culpas, etc., puede durar incluso años.

El amor es excluyente. Por tanto, nadie emocionalmente sano soportará un triángulo, es decir, las relaciones íntimas basadas en la ambivalencia, el dolor y los celos permanentes.

© Olga Pujadas 2012-2024. Se admite la reproducción de cualquier artículo de este blog, indicando la autora y/o el enlace fuente.