Los falsos afectos

Mucha gente se relaciona como la espuma: sus afectos surgen tan rápidamente como desaparecen. Son superficiales y efímeros. Hoy te abrazan, te regalan, te quieren, te invitan a comidas y fiestas, y mañana, a raíz de cualquier circunstancia (discusión, cambios de trabajo o amigos, etc.) se olvidan inmediatamente de ti. ¿Por qué?

Según mi experiencia, la "espuma" social (grooming), además de ser una convención útil para aliviar las tensiones y facilitar las relaciones, suele ser también una formación reactiva, un fingimiento automático de las personas precisamente más desvinculadas o problemáticas. "Dime de qué presumes...". Los afectos espumosos son, en otras palabras, un mecanismo de defensa contra casi todo: indiferencia, ansiedades, envidias, intereses egoístas, rechazo, estrés... Así podemos verlo en toda clase de grupos sociales (centros de trabajo, organizaciones, política...).

La hipocresía afectiva es también, creo yo, una expresión de la frivolización de los sentimientos. Y más en este mundo de hoy regido por los audiovisuales y lo "políticamente correcto". Como todo es espectáculo, un mero exhibicionismo de lo que se supone que "hay que hacer y sentir" en cada momento, todo colectivo debe parecer "amistoso, solidario y feliz" para no ser menos que los demás grupos del show... Pero si preguntas a cualquier persona qué siente y piensa realmente de alguien del grupo, ¡quizá no sepa responder!

Naturalmente, los afectos reales no son nada espumosos. Al contrario, son sólidos, estables, perdurables. Cuando quieres realmente a alguien, no necesitas "demostrárselo" continuamente con grandes exhibiciones, ni te olvidas nunca de esa persona aunque, por circunstancias de la vida, tengas que dejar de verla para siempre. Los afectos reales son inolvidables.  ¿No queda grabado en nuestro corazón, en efecto, ese viejo amor o amistad, ese viejo profesor, aquel antiguo terapeuta, aquel compañero de trabajo, cualquier persona, en fin, con la que mantuvimos una verdadera relación en la que pudimos compartir, gozar, aprender, llenarnos, transformarnos por dentro...?

Por supuesto, un mínimo de grooming social es necesario en nuestras vidas. Pero siempre deberíamos distinguirlo muy claramente de las relaciones verdaderas y...  cultivar sobre todo las segundas.

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